domingo, 14 de octubre de 2012




Dime que tienes un as en la manga. Dime que puedes convertir las estrellas en gominolas y construir un refugio con las sábanas de tu cama. Dime que puedes provocarme un orgasmo con solo rozar mi tobillo, o hacer que mi cuerpo entero se estremezca con solo una palabra. Dime que sabes cómo hacerme tuya para siempre y que solo necesitas un gesto para que me llene los bolsillos de piedras y me tire contigo al mar. Dime que tienes un Talón de Aquiles que nunca encontraré y que por mucho que me esfuerce nunca podré ganarte una batalla. 
Dime que mis ojos son bonitos, que te encanta hacer el amor conmigo y que a veces piensas que me merezco algo mejor que tú.
Dime que me quede.



jueves, 30 de agosto de 2012



Siempre he querido que me escriban una canción.
Una canción que diga en qué lado de la cama me gusta dormir. Que cuente que me encantan los helados en invierno y que me hagan la cuchara. Que tengo un lunar junto al ombligo y otro en un sitio que prefiere no decir. Que a mi perro no le gustan los hombres con los que salgo y que mi nevera está llena de cerveza y de seitán. Que cuente que no le importa que me muerda las uñas, ni le molestan tampoco las marcas de mi piel. Que tiene todo eso que a mí me falta, y al revés. Que para ser feliz conmigo solo necesita cuatro paredes y un colchón en el suelo, y que cuando estamos juntos le sobra hasta la piel.
Siempre he querido que me escriban una canción. 


Y que me la canten al oído, despacito, suave... mientras me hacen el amor.



sábado, 18 de agosto de 2012



Supongo que en el fondo todos estamos muertos de miedo. Cagados. Tan acojonados que no podemos siquiera pensar en ello con claridad.
Salimos de fiesta. Nos emborrachamos. Follamos. Tenemos móviles con pantalla táctil. Tenemos tanta ropa en el armario que podríamos vestir con ella a treinta personas al mismo tiempo. O a más. Tenemos cámaras réflex, cabellos teñidos, rastas, tacones de 10 cm. Tenemos esposas y lubricante en el cajón de la mesita. Tenemos ganas y tenemos prisa.
Pero solo hay una cosa que importa en realidad; todos tenemos algo que esconder. 
Y es el miedo a nosotros mismos lo único que nos frena. 
No tengo nada que ofrecer ni nada que explicar.
Al fin y al cabo, nadie me preguntó si quería venir a este puto mundo.


¿Y a ti?



lunes, 30 de julio de 2012



Ven, que te voy a contar un secreto. Acércate más. ¿Me prometes no decírselo a nadie? Aún me acuerdo de la última película que no terminamos de ver. Y de que me salvaste con 15, con 18 y con 20. Que no eres un salvavidas, no; eres mejor. A veces me sacas de quicio y a veces me vuelves loca. Pero del revés. Como a mí me gusta. No me has llamado. ¿Dónde estabas? Mañana intentarás volver conmigo a casa. "Por los viejos tiempos", me dirás, "cuando yo te invitaba a galletas y tú me escondías en el armario de tu habitación." Eres mi monstruo de las galletas; por las galletas y por el armario. Te gustan las nueces, los ombligos y la ropa interior negra. Y es que ya van muchos años. Y yo cada día te entiendo menos, y tú cada día me entiendes mejor. O no, aún no lo sabemos.

 Pero nos queda tiempo.



lunes, 23 de julio de 2012




Voy a llenar una maleta de por si acasos. Me pondré un vestido bonito y me recogeré el pelo. Caminaré con la cabeza baja, entre triste, tímida y asustada y al llegar a la estación pediré un billete para el próximo tren que salga, sin que importe su rumbo. Me sentaré en el andén, prenderé un cigarro; me convertiré en la ficticia modelo de una ficticia fotografía en sepia o blanco y negro. Oiré el tren a lo lejos. Me pondré en pie y entrecerraré los ojos intentando atisbarlo. Se detendrá estrepitoso. Bajarán personas, no subirá ninguna; solo yo. Elegiré asiento; a la izquierda, junto a la ventanilla. Estará anocheciendo. El cielo se deshará en pinceladas de azul, verde, amarillo y naranja. El tren arrancará. Respiraré hondo.

Y entonces, y solo entonces, miraré el billete para saber cuál va a ser mi lugar de destino.



domingo, 22 de julio de 2012



Lo miras fijamente durante unos instantes. Cierras los ojos mientras alargas la mano hacia él. Es áspero. Lo abres. Coges una. La muerdes y te sientas en el suelo de la cocina, en una esquina. Cierras los ojos y piensas en todos estos días. Recuerdas las noches en vela y las palabras que se resisten a salir de tu boca. Te das cuenta de que hagas lo que hagas, algo saldrá mal y dolerá; es inevitable. Irreversible, quizás. Te sientes como Alicia. Has mordido el trozo equivocado de la seta. Y el gato de Cheshire lleva ya tiempo sin aparecer. Te vas a tomar algo para dormir: pastillas para no soñar. A Sabina le funcionan. Te vendría bien un abrazo. ¿Pero qué te está pasando? Te duele la cabeza. Vas a dejar de morderte las uñas. Mañana mismo vuelves a ponerte pendientes. Al menos has dejado de fumar. Casi. Y que no se le ocurra a nadie decirte lo contrario. Es el día perfecto para mandar a la mierda sin remordimientos. Suena el teléfono. Te quedas donde estás. No sabes quién es, pero sabes quién no es. Que conteste el Sombrerero Loco. Anda, ilusa. Ya va siendo hora de que te hagas mayor. Empieza a ser constante, a pensar en tu futuro, olvídate de todo lo que se supone que está mal y estudia. Sobretodo estudia. No querrás terminar viviendo debajo de un puente. O teniendo que casarte por dinero con un cerdo narcisista. Eso sí que no. No señor. Señora. Se ha hecho de noche.

Y cuando te quieres dar cuenta, has metido el último trozo de galleta en tu boca... y no te han sabido a nada.



lunes, 21 de mayo de 2012





"Si como un solo bombón más, reviento", dice mientras se lleva a la boca otro de esos dulces cuadraditos de chocolate. Sonríe mientras me mete a mí uno también. Luego se levanta y se abrocha los pantalones. Con la cabeza bocabajo sacude su pelo varias veces con las dos manos. Parece un león cuando se incorpora. 
Una leona.
- Te voy a echar de menos. Una tarde entera es demasiado tiempo, ¿no te parece?
Me sorprende la dulzura con la que lo dice.
- Demasiado, definitivamente. - Contesto con la misma ternura incorporándome un poco en el sofá. Se inclina sobre mí para darme un beso. Se separa un poco, me mira, y me vuelve a besar. La abrazo y la atraigo hacia mi cuerpo con fuerza hasta que pierde el equilibrio y cae sobre mí riendo.
- Si empezamos así no llego, ¿eh? - Bromea.
- Pues no llegues... - Vuelvo a besarla y deslizo ágil mi mano entre sus piernas, por encima de su pantalón.
 Dos minutos más tarde ambas nos hemos olvidado de a dónde tenía que ir y casi una hora después sale presurosa por la puerta, aún sudorosa y despeinada.


Pero, al fin y al cabo, es la chica más preciosa del mundo. Y la chica más preciosa del mundo tiene derecho a cualquier cosa.
 Incluso a llegar tarde.





lunes, 14 de mayo de 2012

Eterno retorno


Te despiertas en una cama extraña, rodeada de personas extrañas, tan ajenas a ti que las sientes cerca, muy cerca, como si aún estuvieran dentro, bailando al compás de la cadencia de tus caderas. 
Te has extinguido, te has dejado extinguir. Has tocado fondo. Te has ahogado en la intensidad de la vida. Del amor. Del sexo. Del siempre y del nunca. Y ahora te estás creando. Ya sin nada que perder. Ya sin nada que esperar. 
Otra vez ha vuelto el caos. Y ha vuelto para quedarse. Y ya sabes lo que pasa con él: Sois indisolubles. No puedes enfrentarte a ello, solo puedes dejarte llevar.
Y esta vez, mientras me dejo llevar, voy a intentar pasármelo bien.





domingo, 18 de marzo de 2012

martes, 6 de marzo de 2012


Marylin se mató con una sobredosis de somníferos. Séneca se cortó las venas. Sylvia Plath metió la cabeza en un horno. Virginia Woolf se llenó los bolsillos de piedras y se tiró al río Ouse, y dejó una carta en la que escribió: Si alguien pudiera haberme salvado, habrías sido tú.

Sartre pensaba que 

La vida es una mermelada vomitada.

 Y para Shopenhauer

La vida es una cacería incesante, donde los seres, unas veces cazadores y otras cazados, se disputan las piltrafas de una horrible presa. Es una historia natural del dolor, que se resume así: querer sin motivo, sufrir siempre, luchar de continuo, y después morir ... Y así sucesivamente por los siglos de los siglos hasta que nuestro planeta se haga trizas.







La bruja de Blancanieves se tiró por la montaña.












La vida y la muerte


son


tan...




insignificantes.





lunes, 5 de marzo de 2012





Julio Cortázar escribió en Rayuela: Nada está perdido si se tiene por fin el valor de proclamar que todo está perdido y que hay que empezar de nuevo.


Así que... sí.


Todo está perdido.


Y voy a empezar de nuevo.







jueves, 2 de febrero de 2012







Creo que los demás hablan conmigo porque saben que no puedo judgarlos. Porque no importa cómo de malo sea lo que me están contando, yo siempre he hecho algo peor.





miércoles, 25 de enero de 2012











Pero lo que él no sabía era que las personas, a veces, se van.












Y ya no vuelven más.