jueves, 19 de mayo de 2011





Esta madrugada tuve un sueño extraño.


Era de noche y subía a una azotea. No tenía ningún motivo. Eso es lo bueno de los sueños, que no hacen falta los motivos. Pero subía. Allí había una chica vestida de blanco, como la Lux de Jeffrey Eugenides, o al menos como a la que yo imagino. Estaba de espaldas y se apuntaba a la cabeza con una pistola. Cuando me oyó se giró sorprendida. 
- No intentes detenerme - me dijo.
- ¿Por qué iba a hacerlo? Pero la estás colocando mal.
- ¿Cómo?
Para entonces ya estaba frente a ella, muy cerca. Olía a tequila y a virgen. Le quité la pistola.
- Mira, ¿ves? - le dije apuntándome igual que lo había hecho ella. - Así es muy fácil que la bala se desvíe y no te mate. Es muy probable que solo te produzcas daños cerebrales. 
Me miró entre aterrada y desconfiada.
- Solo lo dices para que no lo haga.
- No, no. Verás... la forma correcta es metiéndotela en la boca. Así. - La coloqué como debe colocarse una pistola.
Pero no confiaba en mí.
- Devuélvemela, lo haré a mi manera. - me pidió.


Y, como no me creía, coloqué la pistola de nuevo en mi boca y disparé.





miércoles, 18 de mayo de 2011



Y entonces te das cuenta de que lo que has escrito hasta ese momento no significa nada. Y te preguntas si realmente has sentido lo que has creído sentir o si ha sido tan solo una resaca de lo que realmente querías.
A partir de ese mismo instante empiezas a  escribir, o lo que es lo mismo, pensar en tercera persona, porque no crees que tengas derecho a poseer tus propias palabras, las palabras de esa a la que nunca te acostumbrarás y con la que nunca te llevarás bien.


¿Dónde quieres ir si aquí lo tienes todo?


Te jode no sentir un cosquilleo por todo el cuerpo cuando oyes o pronuncias palabras como amor, amistad, belleza o para siempre.


¿Pero acaso alguien lo siente? Que te lo cuente.





Y escribes por escribir, por el simple placer diáfano de observar cómo va muriendo, según lo mires,  naciendo, 
el papel bajo la tinta,
sobre la hierba
y a contraluz.









martes, 17 de mayo de 2011





Si coca-cola colabora de forma directa con Israel y, desde hace unos cuantos años, en Israel el deporte nacional es matar personas palestinas...


 ¿No será beber coca-cola una nueva y sofisticada forma de canibalismo? 



domingo, 15 de mayo de 2011


Follaríamos como unos animales y, solo después, cuando los dos estuviésemos nadando entre nuestros infectos fluidos, Tyler me diría: "Enhorabuena, estás a un paso de tocar fondo."




 

martes, 10 de mayo de 2011

Alicia



Estoy recostada en el sofá. Los niños duermen la siesta y mi marido aún tardará una hora en llegar, más o menos. Es noviembre, y por las ventanas se cuela un sol engañoso, de esos que no calientan. Siempre me ha gustado este mes. Ya llevo cinco en esta casa, quién lo diría. Se me hace extraño, tengo tantos y tantos recuerdos que, en realidad, parecen tan lejanos…
El primero de toda mi vida es de ese orfanato de Galicia. Siempre tan frío, tan oscuro… No quise comer y una de las monjas me encerró en un cuarto sin luz durante lo que a mí me parecieron horas. No tendría más de cuatro años, no lo sé.
Y así pasé mi infancia, de orfanato en orfanato. Cada vez que lo pienso… En unos me decían que mis padres estaban muertos, en otros que se habían ido de viaje y en otros que no querían una hija como yo. Siempre pensé que vendrían a buscarme. Hasta que encontré a Alicia. Qué será de Alicia… La conocí en el último orfanato en el que estuve. Yo tenía quince años y ella diecisiete. Me enamoré de ella locamente, como solo te puedes enamorar de otra persona cuando eres adolescente. Fue ella quien me besó por primera vez, y fue ella quien abandonó su cama una noche para venir a dormir a la mía. Y desde entonces todas fueron así, durante meses. En aquellos días estar allí encerrada no parecía tan horrible. Me despertaba con ella, desayunaba con ella, iba a clase con ella, estudiaba con ella y me iba a la cama con ella. Y con todas las demás, claro, pero para mí no importaban.
Todas las noches, después de hacer el amor y antes de dormirnos, me decía que algún día me llevaría con ella, lejos de todo lo que conocíamos hasta entonces. Me cogía la cara entre sus manos y me la llenaba de besos húmedos, como una niña pequeña que besa sin diferenciar dónde. “Nunca te dejaré salir de mi burbuja”, era su frase favorita. Y la mía también.
Era la primera vez que no me sentía sola. La primera vez que sentía que era especial para alguien. La primera vez que quería estar exactamente donde estaba.
Fueron los meses más felices de que he vivido.
Una mañana, las monjas vinieron a despertarnos más temprano para ir a hacer ejercicio y nos encontraron juntas en la cama. Les dijimos que yo había tenido una pesadilla y que ella había venido a tranquilizarme, pero no nos creyeron. Nos pegaron y nos separaron. A mí me llevaron a clase. No sé lo que hicieron con Alicia. Nunca más la volví a ver.

No ha pasado un solo día de mi vida sin que haya pensado en ella.

sábado, 7 de mayo de 2011



Algunas personas encontramos algo angustiosamente poético en cosas que a otras personas les repugnan o aterrorizan.





lunes, 2 de mayo de 2011



La existencia humana es una equivocación en sí misma.
Somos un aborto de la naturaleza.





domingo, 1 de mayo de 2011



A veces tenemos problemas. Y a veces, en vez de apoyarnos en otras personas para intentar arreglar o, al menos, sobrellevar nuestros problemas, los exteriorizamos portándonos mal con ellas.
Normalmente, aquellos con quienes nos portamos mal son las personas a las que queremos y que nos quieren. A las que más unidos estamos. Y lo hacemos porque, inconscientemente, pensamos que por muy mal que las tratemos no se van a ir.
Pero a veces esas personas también tienen problemas.
A veces esas personas no pueden soportarlo más.


A veces esas personas se van.