Marylin se mató con una sobredosis de somníferos. Séneca se cortó las venas. Sylvia Plath metió la cabeza en un horno. Virginia Woolf se llenó los bolsillos de piedras y se tiró al río Ouse, y dejó una carta en la que escribió: Si alguien pudiera haberme salvado, habrías sido tú.
Sartre pensaba que
La vida es una mermelada vomitada.
Y para Shopenhauer
La vida es una cacería incesante, donde los seres, unas veces cazadores y otras cazados, se disputan las piltrafas de una horrible presa. Es una historia natural del dolor, que se resume así: querer sin motivo, sufrir siempre, luchar de continuo, y después morir ... Y así sucesivamente por los siglos de los siglos hasta que nuestro planeta se haga trizas.
La bruja de Blancanieves se tiró por la montaña.
La vida y la muerte
son
tan...
insignificantes.
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